Solo una sociedad de esclavos necesita justificar el ocio

Por Daniel San Juan Nó

“Dice Adam Grant: «Descansar no es una pérdida de tiempo, es una inversión en bienestar; relajarse no es un signo de pereza, es una fuente de energía; los descansos no son una distracción, son una oportunidad para reenfocar la atención; el juego no es una actividad frívola, es un camino hacia la conexión y la creatividad.»


No os fiéis de quienes justifican el ocio y el descanso desde categorías productivas: el día que dejen de verlos como una “oportunidad para”, “fuente de” o “inversión en” los prohibirán. Fiaros de quienes defienden el ocio y el descanso porque son algo humano. Solo los atacarán cuando se vuelvan inhumanos. Mientras tanto, los defenderán aunque sean una “pérdida de tiempo”, una “distracción” o incluso “una actividad frívola”. Porque así nos gusta ser.


Solo una sociedad de esclavos necesita justificar el ocio. Peor aún, sólo una sociedad que pide ser subyugada justifica la ociosidad desde la rentabilidad y habla del descanso como un recurso. Tumbarse durante horas bajo un árbol no es una inversión en salud mental ni un medio para activar la creatividad. Es una gozada porque los árboles son majos, los pájaros canturrean, te hacen cosquillas en el cuello las hormigas y el intenso azul del cielo se cuela entre las hojas. Y a los humanos nos gustan esas cosas. Sin más.


Nos gusta tocar la guitarra, subir montañas, construir barcos dentro de botellas, hacer pulseras de hilo, construir lámparas con botellas, jugar a fútbol, desmontar relojes e intentar que marchen de nuevo, amontonar piedras, hacer maquetas de trenes, decorar las uñas de los pies, tejer jerseys, pintar con acuarela, tallar palos, coleccionar postales, sentarnos a ver olas, jugar con caracoles, disparar con tirachinas, diseñar vidrieras, hacer galletas con forma de nube o descubrir en las nubes formas de galletas (y de caracoles, tirachinas, trenes, barcos y dragones). Y, por supuesto, nos gusta sentarnos a no hacer nada.


No queremos que nos roben toda esa belleza racionalizándola. Es de mal gusto que alguien nos diga: “tranquilo, no estás perdiendo el tiempo, estás invirtiendo en bienestar, has encontrado una fuente de energía, esto es una oportunidad de reenfocar la atención, un camino para la conectividad y la creatividad”. Pues no señor, estoy contando las patas de este ciempiés para ver si son cien o no, que el asunto ahora mismo me interesa muchísimo. Y lo que dice usted no solo es peligroso, sino, ahora que lo pienso, una auténtica necedad.

5 comentarios sobre “Solo una sociedad de esclavos necesita justificar el ocio

  1. Vendría a ser la reivindicación del «dolce far niente». Esos momento, más o menos largos, en los que la mente divaga a sus anchas, donde los conceptos quedan fuera de la ruta, las ideas toman la forma del espacio, como el gas, ocupando todos los rincones y de donde se sale parpadeando. Sin embargo, la frase «una sociedad que pide ser subyugada» es tremenda. Muy cierta, sin duda, pero devastadora. Quienes hemos vivido los tiempos oscuros del miedo difuso, inconcreto, pero real y llegamos a alcanzar ese nirvana del pensamiento libre de condicionantes ideológicos, ver la deriva actual de la sociedad europea es tremendo. Por eso, reivindicar (otra vez reivindicando…) la placidez de las horas, oyendo las olas llegar a las rocas, se vuelve vital. Puede que me haya puesto algo lírico, pero….Un saludo. Ári.

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  2. Leer este texto es arrancarme de mi realidad mental. Como madre con PhD, sin poder actuar y sin lograr publicar en los últimos 6 años, es un jalón de oreja más que necesario. En varios momentos, me deparé con mi misma solo disfrutando el estar con mis hijas, sin más. La cabeza vacía. Pero, siempre me juzgué y fui juzgada por este “ocio”. Tengo que ser productiva. Algo hasta cierto punto sentido como anti-feminista. Al leer sus palabras, regresaré a mi realidad satisfecha por gozar de una mente vacía. Es como regresar a la niñez, donde uno sabía saborear auténticamente un pequeño insecto caminando chistoso, una hoja de colores, un árbol frondoso. El simplemente estar.

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  3. Tengo un amigo que escribió su tesis doctoral sobre «Una perspectiva cristiana del ocio». A mí me encantó, como me ha encandilado esta entrada del blog. Mi amigo llegó a la conclusión de que la cima del ocio es la contemplación. Casi nada

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  4. Interesante artículo, muestra de forma tangencial que igual no hemos nacido para producir, para gestionar periodos de trabajo con otros donde descansamos para poder trabajar más… aunque a eso se nos enseña desde todos los ámbitos.

    Quizás a quien le molesta nuestro descanso, realmente lo que le molesta es que estamos descansando en lugar de estar produciendo más para permitirle a este «ser» que pueda descansar aun más y mejor.

    A ver si a eso que llamamos descanso… va a ser realmente: vivir

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