Por Catherine L’Ecuyer
«Todo es cuestión de equilibrio.»
«Todo es cuestión de equilibrio.»
Esa es la gran frase de las personas que no se quieren complicar la vida con grandes reflexiones o con pensamientos que pueden comprometer sus formas de actuar. La idea es: no mojarse.
¿Cuántos dilemas se nos ha presentado la vida desde que hemos tenido a nuestro primer hijo? Estamos continuamente tomando decisiones sobre lo que hacen, lo que ven, lo que les rodea, quien les cuida, lo que comen, lo que escuchan, etc. Con la complejidad que puede tener el hecho de tomar las decisiones entre dos personas que no necesariamente coinciden siempre en todo (los padres), con un maestro que no hemos escogido, con unos familiares que tienen su peso lógico, con todas las otras personas que pueden accidentalmente influirles (jardinero, canguro, vecino, etc.). ¿Cuántas ocasiones tenemos de «mojarnos» y qué carrera de obstáculos se presenta delante nuestro para no hacerlo?
«Todo es cuestión de equilibrio», también es una forma elegante pero cínica de desmontar una postura, sin construir absolutamente nada en cambio. En realidad, es muy poco valiente porque no da la cara a la realidad, y no contempla las consecuencias de las acciones personales. Solo se busca comodidad.
La solución no siempre se encuentra a medio camino entre lo que nos dice el sentido común y lo que «se lleva».
«La virtud es término medio!», decía Aristóteles.

PERO no nos confundamos. La virtud como término medio, NO ES una opción mediocre entre una opción mala y otra buena.
¡Has dado el punto clave!
Gracias por tu reflexión.
Me gustaMe gusta
Querida amiga, que razón tienes!
Gracias
Me gustaMe gusta
¡Me ha encantado! lo comparto.
Me gustaMe gusta